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viernes, 26 de octubre de 2012

ZOMBIE NERD

Hola!!!! Segunda entrega de los especiales de Halloween!

Espero que os guste.

Deidre



Zombie Nerd


Pocos minutos después de que Sam se hubiera llevado a Míriam en brazos corriendo de la pequeña fiesta que habían montado, los cinco Sinners que quedaban decidieron marcharse, demasiado preocupados por la española como para quedarse a disfrutar de la fiesta.

Durante todo el camino de vuelta Abby fue golpeando el pie contra el suelo del coche de forma nerviosa, Dick podría haberlo sabido aunque no estuviera robándole miradas de reojo para ver como estaba, ya que llevaba todavía puestas las pulseras de cascabeles en los tobillos.

Separó una mano del cambio de marchas y la puso en la rodilla que no dejaba de subir y bajar por el nerviosismo de Abby por su amiga, miró a Dick con lágrimas en los ojos y él la miró sorprendido, le dio un pequeño apretón a su rodilla y volvió a mirar a la carretera – No te preocupes, ¿vale? Sam está con ella, la cuidará bien. Y si... - no le gustaba pensar en la posibilidad porque al fin y al cabo, él la había adoptado como si fuera la hermana pequeña que nunca había tenido, pero él también tenía miedo, no tanto como Abby, pero también tenía miedo de que le pasara algo grave – Y si empeora... Sam nos llamará y la llevará al hospital... - Abby le miró otra vez y le cayó una lágrima por la mejilla – Si no lo ha hecho ya, ya sabes que Sam tiende a exagerar.

Aquello hizo que Abby sonriera, pero realmente estaba de los nervios por lo que le había pasado a Míriam y lo peor era, que no sabía que le había pasado exactamente, estaba perfecta y de repente... Sam se la había llevado a casa en brazos a todo correr.

Se le transformó la cara a una mueca de pena y de nervios otra vez y apoyó la cabeza en el hombro de Dick, que gracias a Dios se había quitado parte del potingue de zombie que llevaban los chicos para disfrazarse, y ahogó un sollozo – Prométeme que estará bien... sé que no puedes hacer nada para evitarlo pero... prométeme que todo saldrá bien.

Dick apoyó la cabeza sobre la de ella – Sabes que si pudiera hacer algo por que no os pasara nada lo haría... Te prometo que todo acabará bien, Sam está con ella y confío en él para que la cuide como necesite...

Abby le sonrió sin ganas... ella también confiaba en Sam, confiaba plenamente en que iba a cuidar de Míriam perfectamente, pero se la había llevado en brazos semiinconsciente y podían oír como le costaba respirar. Sabía que Sam la cuidaría perfectamente pero aquello a lo mejor era demasiado para él también. Como había dicho Dick, Sam tendía a exagerar pero es que podía ser algo muy serio, no quería que Sam les llamara en medio de la noche y les dijera que Míriam había empeorado.

La chica suspiró otra vez y se quedó mirando la lluvia que había empezado a caer – Dick... Sam se la llevó medio inconsciente... Nunca la había visto así...

- Lo sé... no tengas miedo ¿vale? Sam hará lo que tenga que hacer, probablemente la lleve al hospital en cuanto le quite todo el maquillaje y la abrigue... no creo que el frío le vaya bien y ninguna ibais sobradas de ropa – sintió como Abby se encogía contra su cuerpo – No tengas miedo...

- Se molestó porque no iba a juego con los demás... - dijo Abby después de unos segundos eternos en silencio – Me dijo que os había fastidiado el tema... Pero quería ponerte... nervioso – añadió – Le tengo que pedir perdón...

Dick apoyó la cabeza sobre la de ella otra vez – Estoy seguro de que no le molestó tanto como te hizo creer... y tengo que decirte que estás preciosa, pero que el de animadora consiguió que Sam se pusiera... nervioso. Supongo... - miró a la carretera otra vez y se quedó en silencio, no hacía falta seguir ahondando en el tema.

- Supones ¿qué? - le preguntó Abby expectante. Era consciente de que a lo mejor no le gustaba lo que oía pero quería saberlo.

- Que... - titubeó el alemán – Que ya no importa ahora... Ahora lo importante es que esté bien...

Abby volvió a apoyar su cabeza en su hombro y cerró los ojos, mientras se le escapaban otras dos lágrimas, Dick resopló contenido y continuó conduciendo en silencio, sólo contestando a las preguntas que Abby hacía de vez en cuando o cuando necesitaba asegurarle que todo iba a salir bien. Míriam estaría bien... tenía que estarlo...

Cuando llegaron a su edificio y salieron del coche, Dick ayudó a Abby a salir del coche y la llevó cogida de la cintura hasta el piso, en cuanto cruzaron la puerta ella se metió en el despacho diciendo que tenía que decirle a Theo lo que había pasado con Míriam y él se metió en el cuarto de baño de la habitación para quitarse el maquillaje. Después de media hora larga salió del cuarto de baño y se metió en el despacho, Abby seguía escribiendo, sabía que no le gustaba que leyeran lo que hacía por encima de su hombro pero el mail era algo más largo de lo que debía.

- Me mandó un mail preguntándome que había pasado... por eso se lo explico... dice que os toméis el tiempo que queráis...

Dick le puso las manos sobre los hombros y le besó la cabeza cerrando los ojos, odiaba verla tan disgustada pero entendía que estuviera así, la incertidumbre por saber cómo estaba Míriam también lo mataba a él, pero no podía dejar que aquello tomara el control, él tenía que ser el fuerte en esos momentos, por ella y porque estaba seguro que si Sam llevaba a Míriam al hospital tarde o temprano los llamaría y era superior a sus fuerzas quedarse al margen después de ver la cara de miedo de Sam cuando se llevaba a Míriam en brazos, si Sam llamaba Dick iba a ir, le pesara a quien le pesase.

- Vamos, Diamond... vamos a la cama... Necesitas descansar...

Abby le miró con lágrimas en los ojos y se levantó de la silla y se dejó guiar por Dick hasta la habitación, cuando Dick se iba a separar de ella lo cogió con fuerza y enterró la cara en su pecho para aspirar su olor corporal profundamente, aquello siempre conseguía calmarla, después de unos segundos en los que Dick la estrechó entre sus brazos, Abby levantó la cabeza de su pecho y le miró con los ojos vidriosos – Te necesito... Sé... sé que no debería desearte como lo hago con Míriam así pero... te necesito, Dick. Necesito sentirte, saber que estás conmi...

Pero no le dejó terminar la frase, Dick bajó sus labios a los de ella y la besó con dulzura hasta que ella abrió la boca y no pudo controlarse, introdujo su lengua en la boca de ella y la besó más profundamente – No tienes que darme excusas... - le susurró cuando tuvo que separar sus labios de los de ella para coger aire – No te sientas mal por... querer distraerte de lo que está pasando... No es nada malo...

- Pero...

- Sin peros... no es nada malo querer distraerte y no nos engañemos – le dijo con media sonrisa de maníaco que a ella le encantaba – Follo de maravilla, te distraerá estupendamente – bajó la vista y sus miradas se cruzaron, Abby sonreía pero todavía tenía los ojos preocupados – No va a estar mejor ni peor porque lo hagamos. Sam está con ella.

Cuando Abby abrió la boca para decir otra cosa Dick volvió a besarla con hambre. Abby subió los brazos hasta rodearle el cuello y Dick se la subió a la cintura para llevarla a la cama y dejarla encima con cuidado, apoyó las manos a cada lado de la cabeza de Abby y la miró con media sonrisa – Soy todo tuyo...

De repente su teléfono empezó a vibrar en su bolsillo trasero, Abby arrastró la mano hasta el lugar del que venía la música y se lo dio a su marido que abrió el mensaje y sonrió – Mensaje de Sam... dice que Míriam ya está bien, no tuvo ni que llevarla al hospital ni nada... En cuanto le quitó toda esa porquería empezó a respirar mejor.

Abby sonrió aliviada por fin y se le cayeron un par de lágrimas que Dick secó con los labios – Te dije que todo saldría bien, Diamond...

Ella asintió – Lo sé... - rodeó el cuello de Dick con los brazos y lo acercó a ella para besarle en los labios dulcemente – Pero tenía miedo... Tenía miedo de que empeorara y fuera demasiado para Sam... ¿Me explico?

Dick le sonrió y bajó su cara para apoyar su frente contra la de Abby dejando que la punta de su nariz le rozara con suavidad la mejilla – Te explicas... O eso creo... Tenías miedo de que Sam acabara de los nervios, ¿verdad? - Abby asintió contra su cara y la acarició con cuidado, recreándose en los mimos que le estaba dando Dick – Sé que tienes miedo por Míriam pero con Sam está en las mejores manos en las que podría estar. La quiere y la protege... y sé que haría cualquier cosa por ella... cualquiera... - en realidad eso asustaba un poco a Dick, que Sam estuviera tan perdidamente enamorado de la española que pudiera hacer cualquier tontería si a Míriam le pasara algo.

Estaba pensando en esto cuando los movimientos de Abby empezaron a desconcentrarle, la chica puso las manos a cada lado de la cara de Dick y lo colocó sobre sus labios para besarlo al principio con suavidad pero luego no pudo contener las ganas que tenía de él y de quitarse de la cabeza todo el miedo que había pasado... lo necesitaba, y lo necesitaba ya – Desnúdate – le dijo entre besos – Pero despacito... - añadió con ojitos de cordero – que siempre vas con ansias y no me dejas disfrutar de lo que estás haciendo. Aprovecha que hoy no están los chicos para cortarte el streap-tease – rió.

Dick la miró con cara de loco y se levantó, fue a la minicadena y puso lo primero que encontró que pudiera servirle. Se desnudó al ritmo de la música lo más lento que pudo teniendo en cuenta que Abby se había ido quitando partes del disfraz poco a poco y ahora lo miraba con hambre tumbada en la cama y completamente desnuda. Dick se quitó los calzoncillos, que era lo único que le quedaba salvo las gafas, dejando ver que estaba más que preparado para lo que iba a pasar e iba a quitarse las gafas cuando Abby se incorporó y lo cogió de la mano para atraerlo hacia ella – Déjate las gafas...

Dick ahogó una risilla, se le había olvidado por completo que a Abby le gustaba más con gafas. Se tumbó sobre ella cubriéndola completamente con su cuerpo y la besó profundamente mientras se movía para que ella le dejara acomodarse entre sus piernas, Abby no tardó demasiado en rodear su cintura con las piernas y atraer su miembro a su entrada.

Dick no se pudo contener y entró en ella de un sólo empujón lento y delicioso haciendo que Abby gimiera y encorvara la espalda para que sus pechos rozaran el pecho de Dick que no dudó en hundir su cabeza entre ellos y empezar a morder y besar todo lo que tenía a su alcance provocando que Abby encorvara la espalda todo lo que pudiera, aumentando la fricción entre ellos.

Después de unos segundos eternos en los que Dick se limitó a atender los pechos de Abby mientras se quedaba quieto para que Abby se acostumbrara a su tamaño, ella hundió la mano entre su pelo y tiró de él para separarlo de su pecho y poder hablarle – Dick... muévete de una vez...

Él sonrió y empezó a moverse lentamente dentro de ella, disfrutando y haciéndola disfrutar de cada minuto de lo que pasaba, la última parte de la noche había sido dura para ella y sabía que en el fondo la preocupación por la pequeña del grupo, en edad eso sí, no se había ido del todo. Así que todo era poco para que Abby distrajera su mente. Y si eso significaba morderse los dedos por no ir tan rápido como su mente y otras partes de su cuerpo le estaban gritando que hiciera, entonces así sería. Además el también disfrutaba de sentir como se derretía entre sus manos poco a poco.

Abby acarició su espalda con las yemas de los dedos mientras jadeada y gemía su nombre una y otra vez – Te quiero...

Dick cerró los ojos con fuerza y se abalanzó más sobre ella, aumentando la velocidad un poco, no sabía porqué cada vez que le decía “te quiero” mientras follaban él perdía tanto los papeles pero no lo podía evitar, le encantaba oírla decir eso, incluso cuando no lo estaban haciendo sentía una corriente eléctrica cada vez que se lo decía, alguien como ella podía entenderle y quererle  por como era, con todas sus locuras y no juzgarle ni recriminarle nada – Yo... también te quiero...

Abby levantó la mano hasta su nuca y lo arrastró con fuerza hasta sus labios, cuando consiguió que bajara la guardia se impulsó para quedar ella encima de él, empotrándose en él hasta el fondo, lo cogió de las muñecas y le puso las manos detrás de la cabeza. Empezó a cabalgarlo con fuerza mientras acariciaba cada centímetro de su cuerpo que tenía a mano y seguía subiendo y bajando de forma frenética.

Dick sintió como las paredes de Abby empezaban a aprisionarle y sacó las manos de detrás de su cabeza para cogerla de las caderas y empotrarse contra ella todo lo que podía. Abby echó la cabeza hacia atrás gritando su nombre con fuerza, no necesitó más que dos embestidas después de eso para que las paredes de Abby terminaran de cerrarse a su alrededor y los dos llegaran al orgasmo más maravilloso después de meses.

Abby se dejó caer sobre el pecho de Dick sin dejarle salir de ella todavía mientras bajaba de su orgasmo y lo besó en el pecho, justo encima de su corazón – Gracias... Es justo lo que necesitaba...

Dick le sonrió y la cogió de ambos lados de la cara y la olbigó a subir por su pecho, haciendo que dejaran de estar uno dentro del otro, y la besó con dulzura antes de tumbarla otra vez sobre él y abrazarla con fuerza, dejando que la cara de Abby estuviera en la curva de su cuello. No pasaron ni dos segundos cuando notó como Abby se echaba a llorar otra vez y en ese momento, en vez de intentar consolarla y que dejara de llorar, la dejó desahogarse y que soltara todos los nervios que se había guardado – Eso es, Diamond, suéltalo todo...

Al cabo de un par de minutos Abby se calmó por fin y levantó la cara de donde la había escondido para mirar a Dick con los ojos rojos y la sonrisa más bonita que le había visto en toda su vida.

- ¿Mejor?

Ella asintió y no pudo contener la risa. Se abrazó a él otra vez con fuerza y apoyó la cabeza en su pecho, Dick se incorporó y los metió a los dos en la cama como pudo con una Abby medio dormida sobre él, cuando estuvo bajo el calor de las mantas y sobre el de Dick Abby se quedó dormida profundamente con una sonrisa en los labios.

Dick la atrajo más hacia él y le empezó a acariciar el pelo con cuidado, pensando en todo lo que había pasado esa noche y al final sonrió, todo había acabado bien con Sam y Míriam, y lo que era más importante, Abby se había tranquilizado por fin y se había quitado de la cabeza ese miedo por que a Míriam le pasara algo grave. Al final había sido una buena noche de Halloween. 

Suspiró hondo y cerró los ojos yéndose con su diamante a la tierra de los sueños.

lunes, 22 de octubre de 2012

THE ZOMBIE CHEERLEADER’S ILLNESS

HALLOWEEN ESTÁ CERCA, CHIC@S!!!!!

ASÍ QUE VAMOS A IR "ABRIENDO BOCA"... JEJEJEJEJE....

SIN ENROLLARME MÁS, AQUÍ OS DEJO UN PEQUEÑO APERITIVO, ¡¡¡QUE LO DISFRUTÉIS!!!

SE AGRADECEN COMENTARIOS!!!! SED BUENOS HASTA LA PROXIMA ENTRADA!!!




La pequeña fiesta era todo un éxito. Los chicos iban de aquí para allá, riendo, bailando y bebiendo.

De vez en cuando se oían las monedas del vestido de Abby, y cada vez, Dick ponía una mueca.

“Te juro, Sam, que como esto siga así toda la noche, ¡le arranco todas las putas monedas!”

Sam se echó a reír y se tapó la cara.

“Eres un bestia, Dick. Y no me hagas oír cómo le arrancarías las putas monedas, que no quiero oírlo. Madre mía, voy a por otra cop………………”

No pudo terminar, Míriam pasaba por delante de ellos, contoneándose haciendo que Sam perdiera el hilo de la conversación.

Dick se echó a reír con fuerza y le dio un pequeño puñetazo en el pecho, a lo que su amigo contestó con otro.

“¿Qué le arrancarás a Míriam esta noche?”

Sam lo miró entre divertido y enfadado, pero no pudo reprimir la carcajada.

La fiesta siguió, los chicos bebían y bailaban con sus chicas.

Míriam estaba abrazada a Sam, bailando una canción lenta, ella tenía la mejilla apoyada en su amplio pecho.

“Sam…”

“Mmmm…???”

“Kaspar no ha venido. Abby dice que Dick le ha contado que está en Berlín”

“Aha… Ha ido a ver a su novia. Llevan juntos unos meses. Por lo visto vino a uno de los conciertos por sorpresa. Eran compañeros en el insti… o la facultad… o… bueno, no sé… fueron juntos a algo… y por lo visto eran inseparables… ¡hasta que Kaspar nos conoció!”

Míriam lo miraba y no podía parar de reírse. Sam la abrazó con fuerza y la atrajo hacia él.

“¿Te he dicho que eres la zombie más sexy del baile? Si quieres chupar algo… ¡soy todo tuyo!”

Ella lo miró y se separó de él de golpe. Le dio un puñetazo en el pecho, que lo único que consiguió fue que él se echara a reír con fuerza y la volviera a atraer a su cuerpo de nuevo.

“¡¡¡Sam!!!”

“Venga ya. Tú estás obsesionada con “Candy Shop”, el rap ese de 50 Cent, no era a eso a lo que me refería… pero si te hace ilu…”

Míriam le volvió a dar un puñetazo en el pecho y se acopló a Sam suspirando.

Un par de horas más tarde, Míriam estaba sentada en una silla con mala cara. Sam había ido un momento al baño y cuando regresó la buscó con la mirada; nada más la vio se acercó a ella.

“Nena, ¿estás bien? ¿qué te pasa?”

Ella lo miró jadeando. Se había desabrochado dos botones de la camisa que dejaban ver la puntilla de su sujetador pero Sam no estaba pendiente de su escote, estaba arrodillado frente a ella y la miraba con terror.

“Míriam, nena, dime qué pasa.”

Míriam lo miró con los ojos llenos de lágrimas.

“Sam… no… no puedo respirar… el maquillaje… creo… creo que es alergia…”

Ella respiraba con dificultad. Sam se levantó y la levantó con él. Míriam jadeaba con fuerza y se aferró con fuerza a sus brazos. Cuando Sam iba a girarse para decir que se iban, ella perdió la fuerza de sus piernas y él tuvo el tiempo justo de cogerla en sus brazos como si no pesara nada.

Con la cara desencajada salió de allí y únicamente pudo decirle a Dick lo que pasaba. Dick la miró con los ojos tristes y apretó el hombro de Sam.

“Llama con lo que sea, tío.”

Abby los miró, abrazada a Dick.

“Desmaquíllala, creo que es del maquillaje. Pero si no se le pasa…”

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

Sam se inclinó y le besó la mejilla a Abby. Sin apartar la cara de la de ella, susurró, “la cuidaré. No te preocupes.”

Sam salió de la fiesta y se dirigió al coche. Condujo como un loco hasta que llegaron a su casa y entró con ella en brazos. Se le había pasado un poco, así que no dudó en desnudarse y desnudarla a ella y meterse en la bañera de su baño. Con una esponja suave, y prácticamente todo el bote de gel, la lavó con cuidado, quitando cada resquicio de la pintura de zombie que llevaba en la cara, brazos y piernas. Cuando ninguno tenía ni una marca del maquillaje, la sacó de la ducha, la secó y la tumbó en la cama, desnuda.

Preparó un vaso de chocolate caliente y se lo llevó a la cama. Ella bebió despacio y cuando acabó, sonrió ampliamente y se recostó, dejando que Sam, que también estaba desnudo, se recostara a su lado.

“¿Mejor, princesa?”

Ella asintió y suspiró contenta.

“He puesto la calefacción, si tienes frío, te ayudo a ponerte algo…”

“No… quiero sentirte… así…”

Sam la abrazó y comprobó con felicidad que ella volvía a respirar normalmente. La abrazó con fuerza y sonrió más ampliamente cuando ella suspiró y poco después su mano se deslizaba por su constado, indicando que había caído rendida.

Sam suspiró aliviado y le mandó un sms a Dick, indicándole que todo estaba bien. Dick contestó enseguida, aliviado por la noticia y dándole las gracias de parte de una “más que histérica Abby”.

Sam se volvió a recostar en la cama y justo iba a apagar la luz de la lamparita de noche, la mano de ella se deslizó a su miembro y lo acarició.

Él suspiró y cogiendo su mano, la volvió a colocar encima de su pecho, pero ella entrelazó una pierna alrededor de su pierna y volvió a bajar la mano.

Sam gruñó y cuando fue a volver a quitar la mano ella se asió a su miembro que empezaba a endurecerse. Sam ahogó un grito y se giró para encontrarse con los ojos de una más que despierta Míriam.

“Hola, hombretón…”

Sam la miró sonriendo y se recolocó para que ella tuviera mejor acceso a él.

“¿Cómo estás, princesa?”

“Creo que yo estoy genial… y tú también…”

Ella rió de forma grave y siguió moviendo su muñeca arriba y abajo.

Sam se quedó tumbado boca arriba y la miró de reojo mientras se mojaba los labios. Ella no pudo aguantarse, y se abalanzó a sus labios para besarlo con hambre. Sam quedó tumbado mirando como ella seguía dándole placer con su mano e introducía la lengua dentro de su boca. 

Sam comenzó a tocarla y a besarla hasta que en un momento dado, ella se separó de él y se quedó frente a él de rodillas en la cama. Cuando él llevó las manos a sus pechos, ella le acarició el pecho y paseó las palmas de las manos por sus abdominales.

Sam soltó una risilla pues le estaba haciendo cosquillas. Un instante después, Sam se había incorporado y se había sentado entre los almohadones, con la espalda pegada en el cabecero de la cama. La miró con cara pícara y abrió los brazos en cruz, cogiéndose del hierro forjado del cabecero. Ella lo miró estupefacta y se humedeció los labios.

Sam le hizo una señal para que se acercara, que le quedó muy sexy con la postura que había adquirido.

Ella gateó hasta llegar a su altura y se sentó encima de sus piernas a horcajadas.

Sam la cogió del culo con ambas manos y la colocó encima de su miembro erecto y paseando las manos por su pecho, volvió a cogerse del cabecero.

Ella se abalanzó a sus labios y lo besó con hambre. Deslizó su mano hasta la base de su miembro y lo dirigió a su entrada. Sin darles tiempo ni siquiera a respirar, ella se empaló en él con fuerza y ambos gritaron al unísono.

Míriam comenzó a cabalgarlo. Hacía tiempo que él no la dejaba tomar aquella postura, y le encantaba. Estaba cogida a su cuello, pero luego pasó las manos a sus bíceps y se aferró a ellos con fuerza para impulsarse y volver a empalarse todo lo fuerte que podía. Sam tenía la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados y no paraba de gemir y aullar palabras in-inteligibles. 

Míriam aumentó el ritmo todo lo que pudo. Quería llegar al orgasmo sin que él le metiera mano. Normalmente, cuando él ya no aguantaba más, le solía pellizcar el clítoris y ambos llegaban al orgasmo con fuerza.

Míriam notó a Sam moverse y justo cuando él ponía la mano en su cadera, ella entrelazó sus dedos con los de él y le empotró la mano contra la pared. Cuando su otra mano hizo lo mismo, ella también entrelazó los dedos con los de él y unió ambas manos contra la pared.

“No… yo sola…”

Sam gruñó y la dejó seguir. Pero sus caderas la embestían a la vez que ella bajaba y un par de minutos más, y ella estaba empezando a gritar su nombre con fuerza. Le soltó las manos y se asió a su cuello, momento que Sam aprovechó para apoyar una mano en el colchón para tener mejor equilibrio y con la otra rodear la cintura de Míriam, para poder embestirla mejor. Aquello hizo que cambiara el ángulo de penetración y las paredes de Míriam se cerraran en torno a su miembro.

Míriam echó la cabeza atrás y gritó su nombre sin poder dejar de convulsionar entre las manos de Sam. Sam gritó el nombre de Míriam como una plegaria y se quedó rígido dentro de ella, llenándola por completo.

Cuando recuperaron el aliento unos minutos después, Míriam se recostó en el pecho de Sam.

“Feliz Halloween, mi amor”

“Feliz Halloween, mi sexy-zombie”

Ella se echó a reír y le besó entre los pectorales.

“Gracias por cuidar de mi. ¡Que susto debiste llevarte!”

“Dick y Abby también se asustaron. Fue Abby la que me dijo lo de quitarte el maquillaje. Ni se me habría ocurrido que era por eso. La última vez que nos repintamos la piel. Al año que viene, de ángeles… y todo lo más embadurnados en polvos de talco”

Míriam se echó a reír con fuerza.

“Creo que no conviene dejar los polvos de talco cerca de cierto amiguito tuyo… o cierta amiga mía lo cuelga de una lámpara”

“Dick se cuidará mucho de hacer bromitas pesadas, o seré yo quien lo cuelgue”

Ambos se echaron a reír con fuerza. Se quedaron abrazados, en silencio, disfrutando del tacto del otro, hasta que el sueño les venció.

Al día siguiente, quedaron para desayunar con Dick y Abby. No había ni rastro del mal rato que Míriam había pasado. Había dormido genial, abrazada a su héroe particular, y se había levantado como nueva.