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jueves, 13 de septiembre de 2012

Fast and furious I Una ducha reparadora


Dick entró en el camerino después de un concierto agotador pero aún así muy gratificante, lo había pasado de maravilla con los chicos y lo que era más importante, el público lo había pasado de maravilla con ellos y habían hecho todo lo que les habían pedido que hicieran. Había sido sencillamente fantástico.

Entró en el camerino y se encontró con todas las luces apagadas, no se oía un ruido, se suponía que los chicos tenían que estar allí, compartían vestuario. No se podía decir que fuera un hombre asustadizo pero aquello le estaba poniendo nervioso, ¿y sus amigos? Entonces un ruido captó su atención a la derecha y vio como se encendía la luz del baño detrás de la puerta cerrada.

- En... ¿Enzo? - se acercó poco a poco a la puerta y el sonido del agua de la ducha al caer, puso la mano en el pomo y abrió lentamente deseando ver que el que se estaba duchando era Enzo... o cualquiera de los chicos... aunque la vista no fuera a ser para nada agradable. Pero su sonrisa se ensanchó cuando vio la figura debajo del chorro de agua. La chica se giró hacia él todavía enjabonándose y le sonrió de forma pícara – Abby...

- Hola Dick – le contestó ella sin dejar de enjabonarse el torso de forma sensual.

Él se humedeció los labios y sintió como empezaba a crecer la tensión en sus pantalones, la miró de arriba a abajo y deseó con todas sus fuerzas convertirse en la esponja que estaba rozando sus pechos de aquella manera - ¿Qué... qué haces aquí? - le preguntó sin soltar la mano del pomo de la puerta sabiendo que si lo hacía no podría detenerse hasta entrar dentro de la ducha y hacerle el amor allí mismo.

Ella se encogió de hombros sonriendo de forma inocente mientras bajaba la esponja llena de jabón por su abdomen y se enjabonaba de cadera a cadera – Ducharme... yo también puedo hacerlo aunque el que cantes seas tú...

Dick despegó con todo el esfuerzo del mundo los ojos de la esponja y de la estela de jabón que estaba dejando a su paso mientras la tensión en sus pantalones era más y más grande a cada segundo de conversación que pasaba, y Abby no estaba ayudando tardando tantísimo en contestar. Entre él y Abby había una relación extraña, ella era la asistente personal de los chicos, era básicamente la que les decía todas sus entrevistas e incluso la que les escogía la ropa para que todo fuera perfecto, estaban muy contentos con su trabajo. Pero ahí no acababa todo para Dick, Abby había sido su objeto de deseo desde que la había conocido, ella le había hecho olvidar a Elina y desde que había empezado a trabajar junto a ella había deseado hacerla suya... para siempre.

Lo que él no sabía, y por otro lado Enzo sí; y por eso la situación era la que era, era que Abby sentía lo mismo por él desde el mismo momento que él. Y a diferencia de muchas otras mujeres que quizás hubieran esperado a que el hombre diera el primer paso, Abby no iba a esperar a que Dick se decidiera. En cuanto Enzo le dijo que Dick sentía eso por ella, había decidido coger el toro por los cuernos y demostrarle al alemán quién era ella.

En la cara de Abby se dibujó una media sonrisa traviesa y pícara mientras se daba la vuelta y le tendía la esponja a Dick por encima de su hombro - ¿Me frotas la espalda, por favor?

Los ojos y la boca de Dick se abrieron de par en par, más aún cuando Abby se dio cuenta de que no iba hacia ella y le miró por encima del hombro - ¿Sabes? - le dijo ella aún con ese tono inocente con el que había llevado toda la conversación – Será mejor que te quites la ropa... a lo mejor te mojas...

Dick soltó la mano de la puerta en ese mismo momento y se abalanzó hacia la ducha desnudándose a cada paso y tirando la ropa de cualquier manera en cualquier sitio, cuando llegó a la ducha y cogió a Abby por la cintura estaba completamente desnudo y clavó su miembro duro contra la parte baja de la espalda de Abby, haciéndola ahogar un gemido, empezó a recorrer cada centímetro del cuerpo de ella extendiendo el jabón, la cogió del pelo con cuidado y echó su cabeza a un lado para morderle con delicadeza el cuello pero aún así no podía reprimir lo que ella le había provocado.

Bajó la mano con la que no le tenía agarrado el pelo hasta su centro e introdujo dos dedos dentro ella mientras se restregaba contra su trasero para conseguir excitarla lo suficiente como para no hacerle daño.

Le agarró el pelo con más firmeza y la obligó a inclinarse, sabía que no era la forma adecuada de hacerlo pero no podía detenerse a sí mismo y Abby tampoco parecía resistirse a aquello tal y como estaba empezando a gritar su nombre y suplicarle que le diera más.

Dick soltó la mano de entre su pelo y puso el brazo alrededor de la cintura de Abby para sujetarla mientras ella apoyaba ambas manos en la pared que tenía enfrente y se preparaba para lo que vendría después.

Y vaya si vino.

Dick se enfundó dentro del trasero de ella con decisión haciéndola gritar de placer, su respiración se entrecortó y podía sentir el aliento caliente y acelerado de Dick en su nuca a la vez que entraba y salía de ella de forma salvaje tanto con su miembro como con sus dedos. Podía oírle jadear su nombre una y otra vez, ella sin embargo no era capaz más que de gritar mientras se sentía completamente desbordada por él, en algún momento llegó a golpear la pared con uno de sus puños pero cuando Dick hizo ademán de parar, le agarró del cuello, arañándole y lo atrajo a ella para que la besara en el cuello y no se despegara nunca más.

Él podía sentir como ella estaba cerca y él no estaba muy lejos de llegar tampoco pero no podía terminar de esa forma, le gustaba verles la caras a sus amantes y Abby no iba a ser una excepción. Salió de ella y cuando la oyó quejarse le dio la vuelta y la besó con fuerza subiéndola a sus caderas y enfundándose dentro de ella otra vez sin mediar palabra. Ella pegó la espalda a la pared clavando las uñas en los hombros de Dick sintiendo como seguía entrando y saliendo de ella de forma salvaje, le rodeó con las manos la nuca y lo acercó a sus pechos, que él lamió, mordió y chupó con cuidado sin perder el ritmo ni un sólo segundo.

Ella empezó a gritar cada vez más fuerte al tiempo que las embestidas de Dick se volvían más fuertes y erráticas, estaban muy cerca, podía sentirlo temblar entre sus manos. Con un par de ataques más de él, sus paredes se cerraron a su alrededor y fue lo que le frenó en seco y les hizo llegar al orgasmo más grande que habían tenido en años.

Abby se quedó con la espalda pegada a la pared, resoplando con fuerza mientras Dick seguía dentro de ella besando de su pecho a su cuello con cuidado. Ella sonrió y le acarició el pelo hasta que él levantó la cabeza para mirarla – Eres toda mía, no te voy a compartir con nadie... A partir de ahora eres mía – la bajó al suelo y le levantó la barbilla con los dedos antes de besarla – Sólo mía...

Ella simplemente le sonrió y se abrazó a su cintura poniendo la cabeza en su pecho y dejando que el agua les relajara los músculos.

Cuando por fin salieron de la ducha, Dick envolvió a Abby con una toalla, la cogió en brazos y la llevó al sofá, se sentó y la puso sobre sus rodillas. Le acarició la cara con cuidado y la besó con delicadeza en los labios – Lo siento – Abby lo miró sorprendida – Por haberlo hecho así, no debería haber sido así... Lo siento... Me hubiera gustado que nuestra primera vez fuese especial y romántica y... no sé... llevaba tanto tiempo deseando que pasara...

Abby le miró sonrojándose y le sonrió – No te preocupes... reconozco que no me gusta demasiado que me metan cosas por donde no se supone que tienen que entrar – Dick la miró espantado pero ella levantó la mano y empezó a acariciarle la cara con cuidado antes de besarle – Pero ha estado bien... Cambia esa cara.

Ella soltó una risilla y Dick respiró aliviado, aunque no pudo quitarse de la cabeza que aquello no le gustaba, y que tenía que compensárselo. Cuando levantó la mirada se dio cuenta de que Abby le miraba confusa - ¿Qué? - le preguntó con una sonrisa.

- ¿Es... es cierto? ¿Quieres estar conmigo para siempre?

Dick afirmó con la cabeza y la besó en el cuello – No hay nada que más desee en este mundo... Podríamos, no sé, intentarlo. ¿Qué me dices?

Ella, simplemente, lo volvió a besar con fuerza.

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